Los conflictos se apaciguan, los estudiantes cierran los libros, las internas familiares se postergan, los pueblos se unen, los gobernantes respiran: comienza el Mundial Brasil 2014, el mayor evento a escala global.
Salvo en el país anfitrión, que acumula tensiones de sectores sociales indignados por la alta factura del Mundial estimada en u$s11.000 millones, y el temor contenido a nivel deportivo por otro Maracanzo 64 años después, que hasta podría ser un mazazo a la dignidad nacional.
Brasil rompe el fuego con Croacia a las 17 (hora de Argentina) con el peso de iniciar el camino hacia la sexta corona, la primera en casa, y sin opciones: lo único que vale sí o sí es levantar la Copa en Maracaná el 13 de julio.
El Arena Corinthians de San Pablo, símbolo de los atrasos en las obras del Mundial, albergará a unas 60.000 personas y 12 jefes de Estado en la ceremonia inaugural, mientras cientos de millones de personas en el mundo la seguirán por televisión, para quienes la vida estará dedicada casi exclusivamente al fútbol durante un mes.
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